De las casas arraigadas sobre las dos aceras, no hablemos; si independientes en su desnivel eran stas, ranlo m s aqu llas en sus arquitecturas. Hab alas altas, de cinco pisos, hombre ndose junto a casuchos en que s lo una ventana y una puerta daban testimonios de ventilaci n. Unas ostentaban en sus remates aleros, adornados con canalones prontos a convertirse en duchas de sorpresa, para el transe nte, a poco que diesen las nubes en llover; otras...