Eulalio de La Torre se sent a cansado, al borde de la desesperaci n debido a la maldici n, seg n l, que le hab a ca do aquella fat dica noche de 1768, cuando conoci a las Noct vagas y a su reina, la maldita bruja: a n recordaba su aliento apestoso sobre su rostro, queriendo absorberle su alma y su horrible rostro gris ceo, de una expresi n fiera que infundio no solo miedo, sino terror. l tuvo la suerte de que la luz del d a hizo su aparici n, lo...