En todas las ciudades del mundo hay locales donde la luz no entra por verg?enza, como El Hormig?n. All? la oscuridad arropa los trapicheos de los clientes, las manos que tantean por los cuerpos y la mugre que se acumula en las esquinas.
Hace unos a?os, a mi amigo Mejuto y a m? se nos ocurri? que El Hormig?n merec?a m?s que ser el escenario ocasional y cambiante de alguno de sus relatos, y que mi inseparable Browning le iba como dedo al.....