Hay muchos l deres solitarios, marcados por la dureza del ministerio, pero sobre todo por la imposibilidad de compartir con la gente que les rodea sus alegr as y sus penas. Los l deres necesitan momentos de soledad con Dios, pero tambi n necesitan una comunicaci n fluida con su familia, sus colaboradores, su congregaci n, con otros pastores y con sus mentores. Cuando los puentes de comunicaci n se rompen, surgen el aislamiento,...