«Lo tengo conmigo, de la mano, y no voy a dejar que se me vaya. Una ma ana g lida, dos hombres se miran a trav s de la ventana de un caf en Chicago. Se tocan ligeramente con los ojos, como si se conocieran de antes, de otra vida. No se hablan, s lo se graban la figura del otro y quedan a la espera de que un venturoso azar los haga coincidir de nuevo. Y s esa misma noche coinciden. La atracci n f sica es instant nea; el...