El d a del " rase una vez", el d a en que comienza esta historia, el sol se mostraba perezoso y los tonos grises y p lidos t picos de un amanecer sin luz inundaban cada rinc n. Hab a un p jaro pero estaba tan af nico y triste que no pod a decir ni p o por lo que los nicos sonidos que una oreja de mediano tama o como la del se or N era capaz de escuchar eran los provocados por la maquinaria pesada que terminaba de colocar cada acera en su sitio. No...