El Diario de a bordo de Crist bal Col n -transcrito por Bartolom de las Casas- nos descubre a un personaje fascinante y contradictorio, que pasa del entusiasmo a la desconfianza o a las especulaciones geogr ficas m s aventuradas (confunde, por ejemplo, Cuba por Cipango, el nombre que los europeos daban a Jap n durante el Medioevo). Sin embargo, aunque en su persona se mezclen la maravilla ante el mundo desconocido, el piadoso deseo de evangelizar...